La mayoría de los PGOU contradicen el Plan de Ordenación de la Junta.

En el seminario se ha demandado que cese el desarrollo desmedido en los lugares en los que aún es posible evitarlo.

ABC SEVILLA 29/11/2006 AMPARO BACA PÁEZ.

En esta segunda edición, los expertos en la materia se han congratulado por la reciente aprobación del Plan de Ordenación Territorial de Andalucía, mediante el cual se han establecido esos criterios necesarios que tanto se han demandado para que cese el desarrollo desmedido en los lugares del área metropolitana de Sevilla en los que todavía hay posibilidad de actuar, de forma que se evite que en otros lugares de la provincia que están actualmente en fase de crecimiento se produzcan fenómenos especuladores que conlleven situaciones insostenibles.

Este aumento desorbitado ha llevado a que tanto la población como las viviendas del área metropolitana alcancen el 63% de toda la provincia, después del proceso de crecimiento que se ha producido desde los años 80.

Luis Andrés Zambrana, profesor de Economía Aplicada y portavoz de la plataforma ciudadana Aljarafe Habitable, detallaba las fases de crecimiento que ha sufrido la comarca: «Antes de los 80 el crecimiento se concentró en Camas, San Juan, Dos Hermanas y Alcalá de Guadaíra, porque fueron municipios que crecieron por cuestión industrial. En la segunda etapa, correspondiente a los años 80, los municipios como Mairena del Aljarafe y Tomares fueron los focos donde se concentró la población, localidades con el sello de Aljarafe en un entorno rural, unos grados menos que en la ciudad y donde la gente elegía vivir. Sin embargo, en la última etapa, a partir del año 2000, Bormujos y Almensilla han crecido espectacularmente, en vertical, y lo característico no es irse a vivir allí porque se elija, sino por el precio de la vivienda, ya que es más barato comprarse un piso en Mairena que en Sevilla».

La aprobación del POTA va a suponer, por tanto, «un conflicto importante porque los PGOU que están actualmente en fase de avance no van a pasar los criterios establecidos. Damos la bienvenida a esas medidas porque llevábamos mucho tiempo pidiéndolas y las vamos a seguir muy de cerca para que se cumplan», asegura.

En el seminario se analizó la situación actual de la zona norte de la provincia, que por ahora no ha sufrido la devastación urbanística que el Aljarafe, pero que tiene pequeños movimientos incipientes sobre los que hay sospecha de que planee la especulación.

Así, los profesores de Geografía Víctor Fernández de la Universidad de Sevilla y Antonio García de la Pablo de Olavide, comentaron las características principales de una zona con una gran riqueza hidrográfica, que posee los suelos más ricos de la provincia, que ofrecen una gran productividad, y a la que tampoco le falta los recursos culturales, al ser un lugar apetecible para el asentamiento humano. Además, esta parte del área metropolitana está dirigida a la clase media un poco más baja que la del Aljarafe, al ser los precios relativamente inferiores.

El suelo del Norte

Antonio García aseguraba que si bien «siempre se ha hecho una interpretación del norte de Sevilla como un área residual, es una zona donde hay mucho suelo y a ver con qué estrategia inmobiliaria se acercan a ella».
Así, expone el caso de los municipios de la Ruta de la Plata, «como Castilblanco de los Arroyos, que se están convirtiendo en lugares donde se ubica la primera residencia y no una segunda como ocurría hace algunos años. Ya hay mucha gente que viene de allí hasta Sevilla para trabajar».
El crecimiento de esta zona suele ser similar en los distintos municipios, porque «se caracterizan por la existencia de urbanizaciones ilegales que al cabo de los años se acaban regularizando y se integran en el crecimiento posterior del pueblo con el PGOU».
A este respecto, Fernández asegura que en municipios como Gerena «se crearon urbanizaciones ilegales en los años 70, 80 ó 90 que se incrustaron en el territorio de forma abrupta y con accesos difíciles que se han convertido en un problema una vez que esa vivienda ha pasado de ser de segunda a primera residencia por la que hay que circular todos los días. Ahora forman parte de la infravivienda porque no tiene cubiertas las necesidades básicas. Son las patatas calientes de los municipios», puntualiza. Burguillos, a pesar de que es uno de los municipios que no se ha incluido en el POTAU, está inserto en este proceso de crecimiento, incluso más que Alcalá del Río. «Es un caso sintomático, puesto que la gran urbanización que da la bienvenida al municipio da muestras de esa ciudad dormitorio en la que se está convirtiendo», indica García. Además, puntualiza que en un periodo de tres o cuatro años van a multiplicar por cinco las viviendas que han desarrollado en los últimos cuatro años.

En el caso de Alcalá del Río, aseguran que el crecimiento se lleva produciendo desde hace cinco o seis años, aunque de forma lenta, ya que «funcionaba como área metropolitana con movimientos de población hacia Sevilla, pero formaba parte de ese norte poco atractivo y sin recursos». Aunque la localidad de Brenes se encuentra un poco más alejada, «no se está produciendo un proceso de crecimiento residencial, aunque sí hay gente que viene a Sevilla a trabajar. Eso no quita que en cinco años no haya una propuesta de crecimiento, porque por ahora sólo ha habido ampliación de suelos industriales».

Riqueza cultural

Una de las características más importantes de esta zona es la riqueza cultural, que en determinados casos podría erigirse una economía en torno a ella. Si bien los expertos afirman que «Alcalá del Río no ha sabido cuidar el paisaje que le caracteriza o el propio Santiponce no ha encontrado su motivo urbano y ha seguido aportando un desarrollo adecuado a la industria». Así, Víctor Fernández explica que «el teatro romano podría haber sido resaltado pero se encuentra en un entorno inadecuado acorralado cada vez más de naves industriales y lo que da la entrada a Itálica es una gasolinera».
Ante esta situación que se ha generado , Fernández asegura que el motivo de especulación y corrupción que se ha generado es porque «no existe una voluntad política de resolver este conflicto».