ABC 22 ENERO 2007, CARTA AL DIRECTOR DE UN MIEMBRO DE VALENCINA HABITABLE.
 

Esperando en el dolmen de Montelirio

El dolmen de Montelirio visto desde fuera es una suave ondulación blanquecina, una loma como tantas otras en el Aljarafe. En su interior es una construcción calcolítica alargada, profunda, simbólica, algo esotérica, como todo lo ritual en el ser humano. En relación a su entorno debería formar, con los dólmenes de Valencina y el poblado calcolítico, un yacimiento de gran valor cultural, científico, paisajístico y también social.
Todo esto se ve amenazado por el PGOU de Valencina de la Concepción y Castilleja de Guzmán. En la actualidad el dolmen de Montelirio se encuentra cercado por banderas de inmobiliarias; y si subimos su loma, encontramos sobre él barras de acero, juguetes rotos, restos de embalajes y chapas de madera aglomerada, e incluso un colchón. Óxido, restos de plástico y chorros de mugre, para conformar un paisaje desolador y crepuscular.
Ya van para seis meses que hemos denunciado el hecho y se lo hemos comunicado al Delegado Provincial de Cultura; pero, en su confusión, debe creer que todo lo que allí se encuentra forma parte de una instalación artística. Un vertedero de grotesca belleza posmoderna sobre el corazón de nuestra historia. La Junta intenta con el POTA cambiar el modelo de nuestro crecimiento urbanístico para que sea más humano y no destruya nuestros recursos, ni nuestro patrimonio. Pero, ¿tendrán que gestionar el POTA y proteger nuestro patrimonio responsables políticos que pertenecen a otra época y que son cautivos de viejos intereses?
Mientras se resuelve esa encrucijada, nos sentaremos sobre la loma del dolmen de Montelirio, y cerraremos los ojos como el personaje que bajo el árbol esperaba a Godot. Sopla un viento suave y en silencio esperamos la llegada de responsables políticos para los nuevos tiempos.