FORO SOCIAL MUNDIAL DE NAIROBI

La autodestrucción de los críticos

Vicente Manzano , profesor en la Facultad de Psicología de la Universidad de Sevilla y miembro del colectivo "Universidad y Compromiso Social", nos cuenta su visión del pasado Foro Social Mundial de Nairobi al que asistió como delegado.

En cierta ocasión los alcaldes del Aljarafe sevillano afrontaron un apretado orden del día en una reunión común. Con semblante grave, observaban el papel con los puntos previstos. Pasaron las horas y ni tan siquiera el primero de los asuntos fue puesto sobre la mesa, a pesar de la intensidad de las discusiones. ¿Qué ocurrió? Uno de los convocados tuvo la virtud de trastocar toda la cita con una única pregunta en los primeros minutos: ¿qué hacemos con la Plataforma Aljarafe Habitable?


La vida ideal para un político común es aquélla en la que el orden, la estabilidad y la previsibilidad son las tres características que mejor definen su entorno de trabajo. Las personas que forman la plataforma Aljarafe Habitable pertenecen a la categoría incómoda de los activistas: perciben los problemas, encuentran las conexiones, descubren la situación ante la opinión pública, proponen alternativas y, lo que es peor, luchan para hacerlas realidad.


Hoy es difícil imaginar qué sería de la gestión política y sus resultados sin los movimientos sociales. Son quienes desatascan las vías que comunican las urgencias e incoherencias con la conciencia colectiva, denunciando los discursos y las prácticas. Su influencia es cada vez más evidente en las agendas. Afloran, se multiplican y se conectan. Era, pues, cuestión de tiempo que la articulación fuera tomando cada vez más envergadura hasta cubrir el planeta, dando forma al Foro Social Mundial.

Plataforma única.


El Foro resulta ser, como se dice de los sistemas, un todo que va más allá de la suma de sus partes. Constituye no sólo una colección de miles de voluntades, iniciativas, experiencias, propuestas, utopías y realidades, sino también una plataforma única que adquiere sentido en sí misma como la palanca cartesiana que se plantea mover el globo.


Su última edición, la séptima, ha tenido lugar en la capital de Kenya, Nairobi. Hace pocos años que el país intenta superar una "dictadura democrática", ese frecuente estilo de adecuación de hábitos, interpretaciones y leyes para que la apariencia de comportamiento democrático permita mantener en el poder a un dictador. Convocar en África la primera edición monocéntrica fuera de Porto Alegre ha sido, sin duda, una asignatura difícil de superar.

Éxitos y fracasos.


Llamamos éxito a reunir a 50 mil personas de todo el mundo en un mismo lugar, situado además en el continente más golpeado. Llamamos fracaso a que esa cantidad sea la mitad o un tercio de las anteriores ediciones. Tal vez resulte un éxito manejar cerca de cinco millones de dólares para la organización. Y un fracaso generar un déficit momentáneamente calculado en medio millón, con serios problemas para ser repuesto. La lista de los fracasos y los éxitos del Foro Social Mundial de Nairobi puede ser muy larga. En él debe se encuentran: una organización que se vio desbordada desde el primer día del evento; una gestión incoherente del agua, que llevó al uso de decenas de miles de botellas de líquido privatizado a precios europeos; un aislamiento físico, sin transporte público previsto, que generó la suma de miles de kilómetros diarios recorridos en taxi para cubrir la distancia entre el Foro y los alojamientos; un dominio absoluto del idioma del imperio, con recursos sensiblemente insuficientes para hacer realidad el multilingüismo, o para afianzar alternativas sin dueño, como el esperanto; un protagonismo excesivo de la intelectualidad planetaria, con presencia marginal de los marginados...


En el haber se encuentran: la energía que han absorbido multitud de movimientos tras la cita, los proyectos que se han puesto en marcha, las plataformas que adquieren visibilidad, las conexiones que se han establecido entre colectivos distantes, las propuestas concretas que se han generado, los activistas que se han conocido entre sí y que, con ello, amenazan con más fuerza al orden con aspiración de único y mayúsculo...


Afrodita tiene un grano en la nariz, algo de michelines y cojea levemente. Pero es la más hermosa de las diosas. No existe otro espacio donde los movimientos sociales de todo el mundo puedan tener voz y comunicar su lucha cotidiana, donde se establezcan y alimenten redes transnacionales de aprendizaje y acción, donde se tomen decisiones cuyas repercusiones llegan a ser visibles incluso en los grandes encuentros oficiales de la política y la economía internacionales, donde se diseñen e impulsen movimientos, plataformas, sinergias...

El Foro Social Mundial es hoy un caballo de batalla imprescindible en la arena política planetaria, un acierto de participación que vence cada año la tentación del totalitarismo y del mesianismo. Pensemos también que sus integrantes son críticos y buenos observadores. Con tales miembros, el Foro está felizmente condenado a recibir críticas duras, certeras y necesarias. Son indicadores que muestran caminos, pero que no anulan la marcha. Como toda obra, el Foro debe prepararse para morir, luchar para no poner en marcha las fuerzas que toda estructura alimenta en la búsqueda de la eternidad. Pero todavía no ha llegado su momento. Hoy se encuentra mostrando una madurez adolescente, llena de rabia y de esperanza, plena de emoción y racionalidad.


Gracias a la interconexión de los movimientos que cada vez llenan más la tierra, tras cada edición del Foro la globalización humana es un poco más real.

Contacto vmanzano@us.es